Se llama abiogénesis a la generación de vida a partir de materia inerte. Se trata de un proceso que implica el desarrollo de un ser vivo partiendo de un compuesto orgánico simple.
Una rápida mirada a la etimología de este término nos muestra por un lado el prefijo a-, que en este caso hace referencia a la ausencia de algo, o bien sirve para negar un concepto, más precisamente de bio, o sea de “vida”; en la última parte de la palabra tenemos el concepto génesis, que podemos traducir como “principio u origen“. En resumen, es posible deducir que la abiogénesis nos habla de dos momentos: uno en el cual no hay vida; otro, en el cual ésta ha surgido de elementos inertes.
La abiogénesis es estudiada por la ciencia para intentar encontrar una explicación a la creación de vida en el planeta Tierra. Los expertos creen que este proceso se desarrolló entre 4400 millones y 2700 millones de añosatrás, aunque no hay certezas científicas.
Estos dos puntos en la línea de tiempo lejos están de ser caprichosos: fue hace aproximadamente 4400 millones de años que, según los investigadores científicos, el vapor de agua encontró por primera vez las condiciones adecuadas para condensarse; por otro lado, diversas evidencias apuntan a que los indicios de vida más remotos datan de 2700 millones de años atrás.
Es importante tener en cuenta que la abiogénesis supone la explicación científica de aquello que la religión menciona como divino o sobrenatural. Dicho de otro modo: la ciencia, con la abiogénesis, busca el principio natural que derivó en el surgimiento de la vida, mientras que la religión atribuye la creación a la acción de uno o más dioses.
Ya en la Antigua Grecia había pensadores que, en cierta forma, hablaban de la abiogénesis. Con el avance del desarrollo científico, comenzaron a hallarse indicios de cómo podría haberse desarrollado este proceso a través de estudios complejos realizados en rocas, meteoritos y fósiles.
A grandes rasgos, la abiogénesis sostiene que un proceso natural permitió, a partir de moléculas abióticas, el desarrollo de moléculas orgánicas simples. Estas moléculas, a su vez, derivaron en protobiontes, especies de protocélulas que permitieron la irrupción de las células procariotas.
Para alcanzar el punto en el cual sea posible la reconstrucción de el o los eventos que posibilitaron el surgimiento de la vida en nuestro planeta, los científicos deben apoyarse en diferentes enfoques, que se basan en estudios de laboratorio y de campo.
En el laboratorio se llevan a cabo ensayos químicos, y también se observan ciertos procesos astroquímicos (la astroquímica estudia la composición del material difuso y los astros en el espacio interestelar) y geoquímicos (la geoquímica es el estudio de la dinámica y la composición de los elementos químicos terrestres) que generen los constituyentes de la vida, según las nociones actuales de las condiciones del entorno natural que la Tierra presentaba hace tantos miles de millones de años.
Entre las hipótesis más relevantes de la abiogénesis se encuentra la teoría del mundo de hierro-azufre. La enunció un químico alemán llamado Günter Wächtershäuser entre los años 1988 y 1992, y propone que la genética fue precedida por una modalidad primitiva de metabolismo, si entendemos este último término como un ciclo de reacciones capaces de producir energía que otros procesos puedan aprovechar. Según esta teoría, cada ciclo metabólico produjo compuestos de complejidad cada vez mayor, y todo esto tuvo lugar en la superficie de algunos minerales.
No se puede dejar de mencionar que algunas teorías sostienen que la abiogénesis tuvo su punto de partida más allá de la Tierra. En este caso, se aduce que meteoritos que cayeron en nuestro planeta traían consigo las primeras moléculas orgánicas.