Un abogado es un especialista en Derecho que puede brindar asesoría jurídica y defender o representar a una de las partes de un proceso judicial. Se trata de un licenciado o doctor que, para ejercer su profesión, debe contar con el título habilitante y estar registrado en una institución que lo avale, como un colegio de abogados. Litigante, por otra parte, es el adjetivo que se aplica a quien litiga (es decir, a quien entabla una disputa o un pleito).
Un abogado litigante, en este marco, es el aquel que se dedica a defender a una de las partes involucradas en un proceso de tipo de judicial. Este abogado se encarga de analizar la causa para establecer una estrategia, aconsejar a su cliente y defenderlo o representarlo.
Por su tarea, el abogado litigante debe conocer a la perfección la doctrina, las leyes y la jurisprudencia que se aplican a su caso. Es imprescindible que este profesional, antes del juicio, realice un estudio detallado de todo aquello que le permita defender su postura ante el tribunal o el juez. Una vez en el juicio, estos conocimientos constituyen la base de su trabajo.
Más allá de los conocimientos estrictamente jurídicos, un abogado litigante debe contar con diversas habilidades. Tiene que ser capaz de organizar su tarea y de gestionar su tiempo de manera correcta para que su estrategia tenga coherencia. No hay que olvidar que el abogado litigante elabora desde los interrogatorios a los testigos hasta el informe que transmite sus conclusiones.
Tampoco se puede obviar que un abogado litigante debe desarrollar sus aptitudes comunicativas para expresar con claridad su posición. De su modo de encarar un caso y de transmitir sus intenciones, dependerá gran parte de la suerte de su cliente en el marco de la causa judicial.
De la misma manera, en ese conjunto de características que se establecen que son fundamentales para cualquier abogado litigante nos encontramos con estas otras:
-No debe contar con miedo escénico y tiene que ser capaz de controlar muy bien sus emociones, fundamentalmente cuando se trata de encarar lo que es el juicio oral.
-Debe ser capaz de “leer” muy bien las fortalezas y debilidades de las personas que se sientan a declarar en el juicio. Y es que si consigue descubrir unas y otras podrá saber qué preguntar, cómo preguntar y cuándo preguntar para así poder lograr las respuestas que le puedan ser más beneficiosas para su cliente.
-Es fundamental que no sea una persona con prejuicios si desea triunfar como abogado litigante, ya que esos le impedirán poder defender a su cliente como debería en casos realmente complicados y donde entran en juegos delitos y valores.
-Tiene que estar preparado para no dejarse arrastrar por la frustración. Y es que, puede suceder que, de pronto, el juicio dé un giro inesperado y eso suponga que sus planes se vengan abajo. De ahí que deba estar capacitado para, ante esas situaciones, ser capaz de reaccionar de manera rápida buscando soluciones y no quedarse lamentándose.
-Debe ser disciplinado, tanto a la hora de organizar su trabajo como de planificarse muy bien los pasos que hay que dar según establece la ley o cómo presentar su labor de la mejor manera posible.
-Es importante que cuente con una buena capacidad de concentración.